Lo único de lo que no estamos hablando sobre el Coronavirus
Escrito por Brandilyn Tebo / Traducido y comentado por Manuel Bartra
Comentario introductorio: Mucho se ha escrito sobre el Coronavirus (o Covid-19). Abundan textos sobre su temible estadística, las medidas para prevenir el contagio, su devastador impacto en la economía, la inminente cura e incluso sobre diversas teorías conspirativas acerca de su propagación. No obstante, hay muy poco sobre su relación con otras epidemias similares y, esencialmente, sobre el común denominador con las mismas, lo cual es clave para comprender el verdadero origen de esta clase de enfermedades altamente contagiosas. Precisamente, el artículo que aquí he traducido, escrito por Brandilyn Tebo y publicado el pasado 18 de marzo en el Elephant Journal (https://www.elephantjournal.com/2020/03/the-one-thing-were-not-talking-about-with-the-coronavirus-brandilyn-tebo/), reseña -de manera sencilla y directa- qué estaría detrás de estas enfermedades y epidemias, incluyendo al Coronavirus, así como la responsabilidad directa que -como especia humana- tenemos sobre ello. Ojalá podamos leer este texto con un enfoque flexible y humilde, que permita reconocer el impacto de nuestras decisiones y elecciones diarias, en la generación de esta clase de males que a todos nos afecta y que hoy amenaza nuestro futuro.
Columna de Brandilyn Tebo traducida del inglés al castellano:
El Coronavirus, el SARS, el MERS, la gripe aviar, la enfermedad de las vacas locas y la gripe porcina son enfermedades contagiosas que saltan de animales a humanos.
La gripe aviar se originó en una granja industrial de pollos. La gripe porcina surgió en un criadero industrial de cerdos. La enfermedad de las vacas locas vino de una granja industrial de vacas. El coronavirus probablemente surgió en un ¨mercado vivo¨ (donde sacrifican a decenas de especies de animales, unas junto a otras).
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), de los Estados Unidos, advirtieron que "3 de cada 4 enfermedades infecciosas nuevas o emergentes provienen de animales".
Así que lo que nadie dice sobre el Coronavirus es que: No estaríamos en este problema (nuevamente) si la gente dejara de comer animales. El Coronavirus nos está enseñando nuestro error.
Como Gene Baur afirma en su artículo Coronavirus y la interconexión kármica de humanos y animales, ¨si bien las enfermedades transmitidas por animales continúan amenazando la salud humana, la agroindustria tiene un especial interés en evitar que los consumidores pensemos en ello, con la anuencia del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos¨.
La evidente conexión entre la ganadería industrial y las enfermedades que han afectado a la población humana, una y otra vez, se está ocultando. Se trata de una verdad tan incómoda, que no se habla de ello.
Desde mi perspectiva, el Coronavirus es una de las maneras en que una inteligencia superior (la biosfera, la vida misma, el universo, la conciencia colectiva, la Madre Tierra, o como quieran llamarla) advierte a la especie humana acerca de nuestro terrible, inhumano e insostenible trato hacia los animales.
Cuando un padre disciplina a un niño y éste no escucha, el padre tiende a imponer una disciplina más severa. De la misma manera, cuando los humanos continuamos insistiendo en comer animales, a pesar de nuestro crecimiento poblacional, seremos consecuentemente disciplinados.
Si los humanos insistimos en comer animales al ritmo que lo venimos haciendo, entonces la naturaleza se asegurará que nuestra población en el planeta se vea reducida. No quisimos escuchar tras lo ocurrido con la gripe aviar. Tampoco escuchamos después de la gripe porcina, la enfermedad de las vacas locas, ni tras el SARS o el MERS .
El Coronavirus es otro intento para transmitirnos el mensaje: No es seguro, sostenible, humano, ni del todo correcto que 7.700 millones de humanos comamos animales.
Tal como Gene Baur señala en su ya mencionado artículo:
¨En los Estados Unidos, casi diez mil millones de animales son explotados y sacrificados cada año. La mayoría vive vidas cortas y miserables, reducidos en granjas industriales superpobladas, que son un caldo de cultivo para enfermedades, incluyendo patógenos emergentes y las cepas virulentas de bacterias resistentes a antibióticos.
Además de las enfermedades transmitidas por los alimentos y la contaminación ambiental, la ganadería industrial también puede originar pandemias globales como el H1N1, que inicialmente se llamó ¨gripe porcina¨ pues estaba relacionada con una enfermedad similar en los cerdos, pero su nexo con la ganadería se ha visto -desde entonces- encubierta.
La pandemia del H1N1 mató a cientos de miles de personas en todo el mundo, incluyendo a más de diez mil solo en los Estados Unidos .
Nuestro trato irrespetuoso hacia los animales y a la tierra tiene consecuencias, y cuando se les daña -en última instancia- también nos hacemos daño a nosotros mismos. Toda la vida en la Tierra está conectada y es nuestro interés actuar en consecuencia”.
El Coronavirus nos anima silenciosamente a “invertir en una agricultura basada en plantas, así como en cultivar para alimentar a las personas en vez de al ganado, lo que alimentaria a más personas con menos tierra y recursos; permitiendo la preservación de las selvas tropicales y otros ecosistemas vitales, junto con la biodiversidad y la capacidad natural de la tierra para regular los gases de efecto invernadero y otras amenazas ambientales" (Gene, The Hill).
Así que agradezcámosle al Coronavirus por mostrarnos el error en nuestro camino y proponernos vivir de una manera más compasiva y sostenible.
Podemos tomar decisiones diferentes para proteger a la naturaleza y a los animales, caso contrario la vida misma se encargará -de una u otra manera- que lo hagamos.

Comentario final: Brandilyn Tebo no duda en establecer la causalidad entre la pandemia del Coronavirus y la industria ganadera, que en su afán de lucro y bajo sus procesos a gran escala, reducen a los animales (principalmente a pollos, cerdos y vacas) a la categoría de simples insumos, que como tales son cosificados, hacinados y maltratados sistemáticamente, con el fin de alcanzar una mayor eficiencia y productividad.
Lo verdaderamente incómodo del asunto, es que son nuestras dietas y elecciones de consumo las que -día a día- financian y hacen posible que la ganadería industrial continue la masacre animal que luego produce enfermedades que saltan a los humanos. No hace falta ser animalista para comprender que los animales tratados como mercancías sufren y eventualmente se enferman en esas crueles condiciones. Pero más allá de culpar a determinada industria, lo que Tebo plantea es que volquemos la mirada hacia nosotros mismos -tanto como especie, así como individuos- y asumamos nuestra responsabilidad por las implicancias de lo que diariamente elegimos colocar sobre nuestras mesas. Mientras sigamos consumiendo animales, o insistiendo -inconsciente o conscientemente- en una dieta carnívora, será imposible que evitemos otras epidemias similares -o incluso peores- que el Coronavirus. Ya estamos advertidos; así que ojalá cada quien pueda tomar conciencia de su propio impacto, en cuyo caso podrá ser útil recordar la lección que nos dejó Alejandro Magno: ¨De la conducta de cada uno, depende el destino de todos¨.