¿Porqué la Reserva de Paracas -hoy en jaque- no es Patrimonio de la Humanidad?
Existen lugares extraordinarios que -más allá de cualquier apreciación subjetiva- poseen una belleza atípica, ya sea por su geografía única, por su naturaleza exuberante o por sus simples cualidades estéticas. Estos lugares suelen ser el hábitat de diversas especies de flora y fauna silvestre, incluso en peligro de extinción, que aumentan su notoriedad. Más aún, si contienen elementos arqueológicos, que lo dotan de un valor histórico, paisajístico o artístico.
En el Perú, por suerte o designio de lo sobrenatural, contamos con algunos lugares que reúnen -en simultáneo- todo ello, transmitiéndonos auténtica inspiración y orgullo como peruanos, a la vez que atraen importante turismo - nacional y extranjero- que es fuente de ingresos y de trabajo para miles de compatriotas.
Para asegurar la conservación de estos lugares extraordinarios, el Estado los declara como áreas naturales protegidas, reconociéndolos -según corresponda- como Reservas, Parques Nacionales, Centros Históricos -entre otras categorías- que les garantiza cierta intangibilidad. Como seguridad adicional, estas áreas protegidas suelen tener zonas de amortiguamiento, que por estar adyacentes o colindantes, les brindan un abrigo extra para reforzar su conservación.
Más allá de la protección nacional, algunos de estos lugares obtienen también protección internacional, una vez que son reconocidos como ¨patrimonio mundial¨ o de la humanidad. El único requisito para ello es que tengan un ¨valor universal excepcional¨, esto significa, una ¨importancia cultural y/o natural tan extraordinaria que transciende las fronteras nacionales y cobra importancia para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad¨.
La entidad internacional encargada de evaluar y reconocer sitios como ¨patrimonio mundial¨ es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, más conocida como la UNESCO, por sus siglas en inglés. Fundada en 1945, a la fecha cuenta con casi 200 Estados miembros, entre los cuales está el Perú. De modo que esta entidad cataloga, preserva y da a conocer sitios de importancia cultural y natural para la herencia común de la humanidad.
Sin embargo, el procedimiento para que un lugar extraordinario obtenga el reconocimiento de la UNESCO empieza con la propia iniciativa de cada país, que es el responsable de identificar, poner en valor y proponer los sitios ubicados dentro de su territorio que considera tienen dicho ¨valor universal excepcional¨. Por ejemplo, Chile logró que su Parque de Rapa Nui, en la Isla de Pascua, obtenga el reconocimiento como patrimonio de la humanidad cultural desde 1995. Lo mismo Ecuador con las Islas Galápagos como patrimonio mundial natural.
Es increíble que a pesar que la Reserva Nacional de Paracas fue declarada como tal en 1975 (y 15 años antes, en la misma zona ya se había creado el Parque Nacional pre-histórico de Paracas), estando en el 2020, nuestras autoridades aún no hayan -siquiera- iniciado el procedimiento para esta singular Reserva, que cumple -a cabalidad- con los requisitos necesarios para ser declarada patrimonio de la humanidad, tanto por sus cualidades naturales (al poseer un ecosistema marino que alberga especies exóticas y 7 en peligro de extinción), como culturales (al contener yacimientos arqueológicos de la milenaria cultura Paracas, famosa por sus sofisticados textiles que se exhiben en los principales museos del mundo).
Es sintomático y sospechoso que teniendo un santuario así -tan cerca de Lima y siendo el segundo destino turístico del país- todavía no haya habido ninguna acción por parte del Estado y/o de nuestras autoridades (en especial, desde el Ministerio de Cultura, donde existe la Dirección de Sitios del Patrimonio Mundial) para -al menos- preseleccionar a la Reserva de Paracas en la lista preliminar (denominada ¨lista indicativa¨) que, en cualquier momento, el país -a través de su representante oficial, el embajador Ricardo Luna- puede remitir a la UNESCO para su verificación e inscripción.
En realidad, sí hay una explicación para semejante pasividad sino acaso negligencia: uno de los efectos inmediatos de designar un sitio como patrimonio de la humanidad por la UNESCO es que si, posteriormente a su reconocimiento, se pretende realizar alguna obra o construcción que modifique el patrimonio reconocido o su zona de amortiguamiento, se tiene que obtener previamente la aprobación del Comité de la UNESCO, tal como lo establece el considerando No. 107 de las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial, ratificada por el Perú en 1980.
En otros términos, si tras el reconocimiento de un sitio por la UNESCO, alguna autoridad local se ve incentivada -de cualquier forma- a ejecutar, autorizar o conceder alguna obra que pueda modificar incluso la zona de amortiguamiento del lugar reconocido como patrimonio mundial, requiere el visto bueno de un comité internacional, que no es precisamente influenciable.
Recordemos que en el caso de la Reserva de Paracas, el polémico puerto San Martín está ubicado -justamente- en su zona de amortiguamiento, de modo que si la Reserva fuera reconocida como patrimonio de la humanidad, cualquier obra o modificación del puerto necesitaría no solo la autorización de funcionarios locales colocados por nuestros gobernantes de turno (entiéndase Alan García, PPK o Vizcarra), sino de funcionarios oficiales de la prestigiosa Naciones Unidas.
De hecho, si el Estado peruano hubiera realizado el trámite ante la UNESCO para que la Reserva de Paracas reciba la categoría de patrimonio mundial, al mismo tiempo que Chile lo hizo con su Parque de Rapa Nui, lo más probable es que el puerto San Martín nunca hubiera podido privatizarse o ampliarse, como ocurrió en el 2014 cuando PROINVERSIÓN entregó la concesión del puerto al ya famoso TPP. Es decir, el TPP y sus miles de volquetes no existirían en la Reserva de Paracas si el Perú hubiera viabilizado antes su calificación como patrimonio mundial.
Cabe recordarse que tras la última denegatoria del SENACE a la solicitud del TPP para mover concentrado tóxico de minerales, hace unos días el TPP ha vuelto a apelar, insistiendo en su propósito minero en plena zona de amortiguamiento. Si la Reserva de Paracas ya fuera patrimonio mundial, el TPP no solo tendría que convencer al Presidente Ejecutivo del SENACE, Alberto Barandiarán, sino también al Comité de la UNESCO, lo cual sería -prácticamente- una misión imposible.
Quizás ahora se entienda mejor la extraña amnesia del Estado peruano que -durante largas décadas- ha obviado solicitar el reconocimiento de la Reserva de Paracas como patrimonio de la humanidad, ya sea natural, cultural o mixto. Sin dicha protección internacional les resulta posible manosear y conceder nuestras áreas protegidas en irresponsable explotación.
Como señaló el artista y músico, Manongo Mujica, ante la Comisión del Congreso que hace unos meses citó a las autoridades ambientales para que expliquen lo que está pasando en Paracas con el pedido del TPP, es lamentable que ¨los peruanos seamos enemigos de lo nuestro¨. En lugar de cuidar y realzar nuestros tesoros naturales, algunos malos funcionarios -en complicidad con angurrientos intereses corporativos- prefieren omitir que nuestros santuarios obtengan el reconocimiento internacional que merecen.
Felizmente, en una democracia como la nuestra, la actuación de las autoridades depende -en gran medida- de la voluntad y presión que ejerzamos como sociedad civil, de modo que está en nuestro alcance conducir a nuestros funcionarios públicos para que sus decisiones velen por el bien común. Queda en manos de cada ciudadano -al que le importe la Reserva de Paracas o lo que ello representa- hacer saber a Barandiarán que seguimos atentos a su resolución. Las casi 160 mil personas que ya firmamos públicamente la petición de ¨NO AL CONCENTRADO DE MINERAL EN LA RESERVA DE PARACAS¨, sabemos que está en sus manos -otra vez- el futuro de la Reserva: Su protección o inminente destrucción.
Asimismo, es nuestro deber transmitirle al Ministro de Cultura, Alejandro Neyra, que estamos esperando que proponga ante la UNESCO el reconocimiento de nuestra Reserva de Paracas como patrimonio de la humanidad. Que lo sigan postergando es infame e inaceptable. Hasta ahora ha sido decepcionante, y también preocupante, su indiferente silencio. Toca a cada ciudadano comprometido actuar -ya mismo- si queremos salvar Paracas y que se vuelva -por fin- patrimonio de la humanidad.