¨Llegará el día en que el resto de la creación animal podrá adquirir esos derechos que nunca pudieron ser alejados de ellos, más que por la mano de la tiranía". Esta reflexión data del siglo XVIII y pertenece al filósofo y jurista inglés, Jeremy Bentham, padre del utilitarismo.

Pocos imaginarían que -casi 250 años después- su predicción se haría realidad. Casi la mitad de países del planeta ya cuentan con leyes de protección animal, e incluso Constituciones Políticas, como la de Alemania, la de Suiza o la de Brasil, ya contemplan disposiciones que prohíben cometer actos de crueldad animal y que -más aún- reconocen la sintiencia o la dignidad de los animales.

A la fecha, la disciplina jurídica del derecho animal se enseña en múltiples facultades de derecho. A modo de ejemplo, sólo en EEUU, son casi cien las Universidades que enseñan esta materia, incluyendo a Harvard, Stanford, UCLA o Duke. Otras Universidades en Inglaterra, Australia o España incluso cuentan con maestrías en derecho animal.

En el Perú, nuestra Ley Marco de Protección y Bienestar Animal ya tiene casi 7 años; además contamos con otras leyes complementarias (como la de ¨4 patas¨), proyectos de ley (como el de "las gallinas no son máquinas"), doctrina y diversa jurisprudencia sobre el tema, como la que impide que las Juntas de Propietarios prohiban a sus residentes la tenencia de animales de compañía, o la que prohíbe a la misma PNP seguir usando caballos para el control de protestas.

Nuestro Código Penal ya tipifica como delito ¨el abandono y los actos de crueldad contra animales domésticos y silvestres¨, castigando con hasta 3 años de pena privativa de libertad al que incurre en dichas conductas, y en caso el animal fallezca como consecuencia de tales actos, la pena se agrava a 5 años de cárcel (artículo 206-A).

Para seguir reflexionando sobre la temática, cada 10 de diciembre se conmemora el "Día Internacional de los Derechos de los Animales", que nos invita a repensar sobre nuestras ideas y actitudes hacia los animales, incluyendo si cumplimos -o no- con los deberes legales de tenencia responsable en caso tengamos el privilegio de contar con la compañía de un animal doméstico, así como si seguimos eligiendo actividades recreativas o alimentos que implican su maltrato o sufrimiento.

Así, fechas simbólicas como ésta, permiten someter al pensamiento crítico la continuidad de espectáculos sangrientos como las corridas de toros (que sólo sobreviven en 8 de casi 200 países) que suponen la tortura de animales sintientes por mero entretenimiento.

También sirve para atrevernos a cuestionar las prácticas que emplea la industria ganadera en su afán de maximizar sus ganancias. El confinamiento de animales -como cerdas o gallinas- en jaulas diminutas donde apenas caben sus cuerpos y quedan prácticamente inmovilizadas durante meses -sino años- es realmente grotesco. Comprar y consumir sus productos es financiar tales prácticas que producen tanto sufrimiento.

La invitación que todos recibimos este día es para abrirnos a la posibilidad de mejorar -paralelamente- nuestra consideración hacia los animales, así como nuestra calidad humana. Como decía Buda, "cuando el ser humano se apiade de todas las criaturas vivientes, sólo entonces será noble".