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El horror de las jaulas inmovilizadoras para cerdas

Acerca de una de las prácticas más crueles de la industria porcina

¨El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales¨. Arthur Schopenhauer

Manuel Bartra

Publicado: 2022-12-26

Es sabido que una de las industrias más tóxicas y grotescas es la cárnica. Producir carne no sólo tiene un enorme costo en términos de huella ecológica e hídrica -peor aún en plena crisis global por el cambio climático- sino también constituye un atentado contra el bienestar de los animales.

Sin duda, una de las víctimas preferidas de esta industria son los cerdos y, especialmente, las cerdas en gestación y en maternidad. Aunque el sentido común nos llevaría a suponer que mientras las cerdas atraviesan estos sensibles periodos la industria sería más benevolente con ellas -en realidad- ocurre todo lo contrario.

El trato que se les da a las cerdas mientras están preñadas, así como cuando recién tienen a sus cerditos bebés, es aún más brutal y violento, toda vez que son encerradas en diminutas jaulas, cuyos barrotes las inmovilizan -literalmente- quedando imposibilitadas de realizar cualquier movimiento natural.

Evidentemente, la industria porcina diseña especialmente estas jaulas (de 0.6m x 1m x 1.8m), de modo que sus cuerpos apenas entren en ellas, asegurándose así de frustrar cualquier comportamiento propio de esta especie, como caminar, hurgar, acicalarse, correr, jugar o siquiera girar. Es decir, evitan todo movimiento corporal que demande energía calórica.

we animals media

Es así como los industriales porcinos ahorran alimento o forraje para cerdas, ya que a menor movimiento, menos quema de energía y por ende se reduce la necesidad de comida. Así obtienen sus ganancias, a costa de inmovilizar durante largos meses a los propios animales que explotan y luego matan cuando dejan de serles lo suficientemente productivos.

En esta condición de enjaulamiento o -más bien- de inmovilización, son mantenidas durante un promedio de 4 meses (ó 16 semanas) por cada ciclo de gestación (al menos 2 ciclos por año), lo que equivale a la mayor parte de sus vidas, pues la industria intensiva las insemina una y otra vez, y cada vez con mayor frecuencia.

No hace falta ser un iluminado para comprender que estas jaulas de gestación y de maternidad afectan gravemente la salud física y psicológica de las cerdas que son encerradas allí, a la vez que les impide cualquier interacción con sus pares -a pesar que son animales altamente sociables- e incluso las priva del contacto con sus propias crías.

De hecho, está estudiado y documentado que al estar las cerdas postradas en un espacio sin poder realizar actividad física alguna, padecen diversas dolencias, así como problemas musculares, óseos y también hepáticos.

Tal como lo reconoció un industrial porcino inglés durante una entrevista en Hampshire hace ya algunos años, ¨durante el tiempo en que todas nuestras cerdas preñadas estuvieron encerradas, sufrimos pérdidas considerables debido a abrasiones, nudo estomacal, cojeras, llagas y problemas de cadera.¨ (Revista AGScene, junio de 1987). 

Como orienta la máxima jurídica ¨a confesión de parte, relevo de prueba¨. Es evidente -fuera de toda duda- que este método de enjaular cerdas gestantes y en maternidad incumple gravemente con los requerimientos fisiológicos y conductuales más elementales, a la vez que no permiten cumplir con el deber -ético y legal- de asegurar su estado de bienestar.

A estos problemas de salud, se debe sumar el evidente estrés, frustración y miedo que padecen las cerdas mientras yacen enjauladas, lo cual causa comportamientos anormales o estereotípicos, como morder las duras barras metálicas de las jaulas, masticar compulsivamente al vacío y girar la cabeza repetidamente, además de emitir constantes gruñidos y quejidos.

cerda desesperada muerde la
barra de la jaula - we animales media

Entre los estudios sobre el comportamiento de las cerdas enjauladas, tenemos -por ejemplo- el de G. Cronin, que al doctorarse en la Universidad de Wageningen, ofreció esta descripción acerca de lo que presencio: ¨Las cerdas se tiraban violentamente hacia atrás tensando la cadena. Daban cabezazos mientras se retorcían y daban vueltas luchando por liberarse. A menudo emitían fuertes gritos y, (...) algunas se chocaban con las paredes laterales de los establos (…) provocando que colapsarán en el piso¨.

Al margen de la incuestionable crueldad y/o ausencia de bienestar animal que implica el confinamiento de cerdas en jaulas, otro efecto crítico es el de salud pública ante la propagación de enfermedades zoonóticas (como la gripe porcina) que proliferan en esas terribles condiciones, donde las cerdas comen en las mismas jaulas que defecan, orinan y se lesionan. Allí también gestan y paren, de modo que comida, excremento, sangre y crías cohabitan el mismo lugar.

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A todo esto cabe añadirse el suministro indiscriminado de antibióticos que reciben las cerdas para apalear las enfermedades que desarrollan en esas jaulas miserables y que van generando resistencias peligrosas, lo que agrava el riesgo para la salud pública.  

Debido a estas implicancias, así como a fundamentos basados en la compasión, la ética, el derecho animal y el cuidado de la salud pública, desde hace varios años crece la tendencia global -tanto de consumidores, supermercados y gobiernos- de proscribir este perverso sistema productivo basado en jaulas.

cerdas en jaulas de gestación - we animals media

Un hito que ha marcado un antes y un después fue la determinación de la Unión Europea que -en el 2008- aprobó la Directiva 2008/120/CE, prohibiendo las jaulas de gestación para los casi 30 países que integran el bloque. Dicha regulación entró en vigencia en el 2013, año desde el cual las cerdas deben mantenerse libres y en grupos, durante toda la gestación.

Igualmente, el confinamiento de cerdas gestantes en jaulas ya ha sido eliminado legalmente en otros países como Nueva Zelanda (2015), Canadá (2024) y otros como Sudáfrica y nuestro vecino Brasil están debatiendo prohibiciones para el 2020 y 2026, respectivamente.

Otro hito radica en los consensos científicos que se han dado en la última década reconociendo tanto la sintiencia como la conciencia que poseen los animales (Declaración de Cambridge del 2012) y la implicancia de estas constataciones en el modo como los tratamos (Declaración de Montreal del 2022).

cerda sufriente en jaula de gestación - we animals media

Mediante esta última, más de 500 académicos de 40 países, expertos en filosofía moral y bioética, suscribieron la llamada ¨Declaración de Montreal sobre la Explotación de los Animales¨, en la que coincidieron en la ¨necesidad de una transformación fundamental de nuestra relación con los animales¨, a la vez que condenaron las ¨prácticas que implican tratar a los animales como objetos o mercancías¨.

La Declaración de Montreal proclamó que ¨en etología y neurobiología está bien establecido que los mamíferos (…) son sintientes, es decir, capaces de sentir placer, dolor y emociones¨, y que si consideramos que nuestras acciones ¨afectan su bienestar y pueden beneficiarles o perjudicarles¨ debemos reparar en nuestra conducta moral y abstenernos de causarles daños y explotarlos cruelmente.

Así que prácticas como inmovilizar cerdas durante meses en esas jaulas infames ya no tienen cabida en  sociedades decentes y conscientes de estas implicancias. Es sólo cuestión de tiempo para que el Perú se alinie con el resto de países que ya han proscrito estas jaulas, y que así exigen a los industriales respetar, al menos, su libertad de movimiento.

De hecho, ya circula en redes una petición ciudadana exigiendo una ley que elimine estas jaulas inmovilizadoras para la crianza de cerdas gestantes y en maternidad. Felizmente, estos horrores no son sostenibles en el tiempo. Aquí se puede firmar la petición de change

A modo de cierre cabe recordar al notable escritor checo, Milan Kundera, para quien ¨la verdadera prueba moral de la humanidad, su prueba fundamental, consiste en sus actitudes hacia aquellos que están a su merced: los animales¨. Más aún si se trata de animales que sistemáticamente sufren, debido al trato humano y su desvergonzado afán de lucro.


Escrito por

Manuel Bartra

Abogado especializado en derecho animal


Publicado en

manuelbartra

Abogado laboralista especializado en gestión humana con enfoque de género.